La noche del 12 de diciembre en un frenesí de juegos pirotécnicos, me hundí en la tristeza de lo ocurrido en el día. Ya había pasado el enojo, ahora era tiempo de que aflorara la gran decepción que llevaba cargando. Llegó la mañana del 13 de diciembre, un día por demás indiferente, dónde para variar todo me salió mal y yo andaba con cara de muerto viviente. Y más que triste, estaba algo cansado, de sostener una guerra sin sentido, dónde había sido vencido sin que mi enemigo siquiera se esforzará en destruirme. Era humillante ver como perdí el tiempo y como casi me vuelvo loco buscando estrategias y planes de una batalla que estaba destinada al fracaso. Como sea, reflexioné y decidí continuar, me animé un poco con música y ejercicio. Y entonces me llegó una solicitud de amistad, por la noche, de una chica que me habían presentado, Arianna, ¿la recuerdan? La mencioné antes, sin dudarlo la acepté. Esa noche dormí un poco más tranquilo.
El 14 cuando volví a entrar a Facebook, estaba Arianna conectada y le hablé, todo comenzó por ahí...